Igual que en emisión lo peor que puede ocurrir es que la pantalla se vaya a negro, en los programas algunos de los elementos más "dramáticos" vienen provocados por los silencios que no están previstos y ni justificados. Este tipo de silencios rompen el ritmo del programa y ponen a prueba la capacidad de improvisación y los reflejos de los conductores del mismo.
En el lado opuesto encontramos programas (debates, magazines, realities...) en los que tertulianos y colaboradores hablan al tiempo hasta convertir sus "argumentos" en estridencia que llega al espectador como un insoportable griterío que, en muchas ocasiones, les lleva a cambiar de canal.
En estos programas se mantiene la idea de que las posturas radicalmente opuestas y una falta absoluta de turnos de palabra, dota al programas de ritmo y ese conflicto mantiene al espectador frente a la pantalla.
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