El espectador sintoniza un canal regional
buscando un perfil concreto de televisión basada en contenidos de servicio
público y proximidad, en los que sea prioritaria la información, pero sabiendo
establecer el equilibrio necesario con el entretenimiento. Subestimar esta
capacidad de elección en busca de contenidos concretos supone traicionar la confianza
del espectador, un error que se paga muy caro.
Cuando aparecieron los primeros canales autonómicos a principios de los 80 el espectro audiovisual era extremadamente limitado, sin
apenas competencia. En aquel momento se convirtieron en la herramienta ideal
para fomentar el arraigo, poner en valor las singularidades culturales de cada
territorio y servir de laboratorio para nuevos formatos y cantera de
presentadores.
(Inicio emisiones Telemadrid)
Durante estos 35 años de
televisión autonómica, los canales han vivido todo tipo de circunstancias. Las cadenas
históricas lograron unos primeros años de audiencias masivas motivadas por la
curiosidad de nuevas propuestas sin apenas competencia en un sector audiovisual
cuya única gran evolución había sido pasar del blanco y negro al color. A medida
que la oferta televisiva ha ido creciendo la audiencia se ha ido fragmentando
hasta atomizarse radicalmente con la llegada de las plataformas de televisión y
el consumo de contenidos online.
En la última década, las televisiones
autonómicas han tenido que reinventarse para superar el reto de acceder a una
audiencia objetiva mucho más reducida que la de las televisiones de ámbito
nacional. Esto unido a la crisis económica y a la falta de independencia
generada por gobiernos regionales que malversaron la razón de ser de estas
cadenas, convirtiéndolas en burdas herramientas propagandísticas, ha desembocado
en una situación crítica que ha dejado notables cadáveres, como el de Canal 9 (Oct.
1989 – Nov. 2013), a su paso.
(Fin emisiones Canal 9)
Buscando escapar de esta quema, desde
hace un año, Telemadrid ha emprendido una nueva etapa con el objetivo de
recuperar la confianza de los madrileños. El 20,6 % de Share que logró el canal
en 1998 (su máximo histórico) está muy lejos del 4,1 % de 2017 (fuente:
Balovento Comunicación).
Para recuperar la confianza de sus
espectadores, los cambios de la autonómica madrileña en estos últimos meses son
evidentes:
-El primero y fundamental, descartar
una programación que se había convertido en un loop de redifusiones de Madrileños
por el Mundo que se alternaba con películas de bajo coste e informativos bajo
la sospecha de la manipulación.
-Se han renovado las caras de la
cadena, especialmente en los espacios informativos, con profesionales muy reconocibles
por la audiencia, sin sesgo político y una más que respetable trayectoria.
Lourdes Maldonado, Silvia Itxaurrondo, Javier Gómez, Diego Losada, María Rey son
algunos de las incorporaciones que ponen cara al reto de recuperar la
credibilidad de los informativos de la cadena.
-La cuota de entretenimiento
combina nuevos formatos comoMadrid es Cifra, La cuenta por favor, conducido por el chef
Miguel Cobo, con otros programas como De todo Corazón o Aquí hay Madroño,
clones de Corazón Corazón (TVE) y Aquí Hay Tomate (Telecinco) respectivamente.
Una apuesta por formatos más que contrastados con los que se busca lograr el
mismo éxito de audiencia que los originales.
-Se han rediseñado formatos como
Madrid Directo, germen de los programas de reporteros que siembran las
parrillas de todo el país. Y se han recuperado presentadores ligados desde hace
años al canal como Inmaculada Galván, Emilio Pineda y Santi Acosta.
-Como colofón de este cambio, ha
cambiado la imagen de la cadena con nuevo logo y continuidad. Un elemento esencial
para marcar distancia con cualquier tiempo pasado.
En definitiva, una renovación en el fondo y en la forma con el fin último de recuperar el tiempo perdido.
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