viernes, 10 de agosto de 2018

FORMATOS: Lo que aprendimos de la "telebasura". De Tómbola a La Sexta Noche






En la década de los 90 se popularizó el término telebasura, un paraguas bajo el cuál algunos buscaban incluir aquellos programas de entretenimiento y, generalmente, relacionados con el mundo del Corazón. Más allá de aplicar el término al programa que cada uno considere oportuno, es indiscutible que algunos de estos espacios cambiaron muchos de los cánones preestablecidos hasta entonces en el mundo de la televisión.
         Hablamos de programas que se caracterizaban por una imagen rompedora, unos personajes histriónicos, un ritmo trepidante y unos índices de audiencia contra los que pocos podían competir. Aunque el común de los mortales admitiese no verlos.
       La cadena que ha acaparado en España el estigma de lo que se ha venido denominando telebasura ha sido Telecinco, con programas como Crónicas Marcianas, Aquí hay Tomate, Moros y Cristianos, Salsa Rosa y Sálvame en todas sus versiones… Aunque la revolución vino en 1997 de la mano de Tómbola, un talk show de corazón cuyo germen se localiza en Canal 9, la televisión autonómica valenciana, y a cuyo carro no tardaron en subirse Telemadrid, Canal Sur (que lo emitió apenas durante cinco meses), entre otras.
       De la esencia de aquel Tómbola faltón, frívolo y caótico han bebido y beben infinidad de programas, muchos de ellos aún en emisión. Pero más allá de los contenidos, Tómbola fue uno de esos programas que establecieron nuevos códigos a la hora de hacer televisión. Elementos que podemos encontrar intactos en programas como La Sexta Noche basado en la actualidad social, económica y política, es decir, con un target y una temática en principio completamente ajena. Sin embargo, no es complicado encontrar puntos en común entre estos dos espacios a los que separan dos décadas.

-Un ritmo extremadamente vivo, que se mantiene desde el primer minuto hasta el último. Siguiendo la máxima de que atrapar al espectador sin darle descanso, que continuamente pasen cosas: exclusivas, últimas horas, salidas de tono, conductas disruptivas…

-Programas maratonianos, que arrancan en el prime time  hasta ocupar el late night, e incluso el late late night. En ambos casos más de cinco horas de duración.

-Secciones que habitualmente se desarrollan en el mismo espacio para no sacar al espectador del plató, como por ejemplo el set de entrevistas. Una fórmula que sirve para dinamizar el ritmo del programa.



-Plantear dos bandos marcadamente enfrentados. Algo así como poner a un pelotón de fusilamiento frente a otro pelotón de fusilamiento. Cuanto más enconado sea el enfrentamiento más secundario es el discurso. Las interrupciones, el ruido y hablar por encima de quien tiene la prevalece sobre el debate constructivo y argumentado.





-El insulto, incluso ser expulsado o abandonar el plató pasa a formar parte del espectáculo.




-El argumentario sesgado y partidista es directamente proporcional a la polémica de la réplica, lo que provoca que se polaricen las filias y las fobias del espectador.







-Un presentador, Ximo Rovira en el caso de Tómbola e Iñaki López en La Sexta Noche, que ejerce de jefe de pista y domador de fieras.










Dos programas a los que, además de veinte años, evidentemente les separan muchos otros aspectos, pero que al mismo tiempo comparten elementos estructurales que forman parte de su adn televisivo y permanecen inalterables con el paso del tiempo.

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