La televisión es imagen y a la hora
de comunicar todos los elementos que aparecen en pantalla aportan información.
De ahí que la indumentaria de los presentadores sea una pieza fundamental dentro
del lenguaje audiovisual no verbal.
Los colores y sus tonos varían en
función de la época del año, más claros y vivos en verano y más oscuros y cálidos
en invierno.
Pero hay un color, el negro, especialmente
reservado para enfatizar momentos especialmente destacados por lo trágico, generalmente
relacionados con acontecimientos de duelo nacional o internacional. De tal
manera que cuando un espectador ve en pantalla a un presentador enlutado llama
poderosamente su atención, sabe de inmediato que algo grave y relevante ha
sucedido. Además, en muchas ocasiones se refuerza este código de lenguaje no
verbal con el lazo negro en pantalla durante toda la emisión.
Lazo negro tras los atentados del 11M en Madrid
Lazo negro tras los atentados del 17A en Barcelona
El uso de indumentaria negra cada
viernes por parte de los presentadores de TVE durante los últimos meses es un
claro ejemplo de que este color se usa en pantalla solo de forma
extraordinaria, por eso fue una acertada forma de protesta para llamar la
atención.
Hace un año, en las emisiones con
motivo de los programas informativos relacionados con los atentados de agosto
en Barcelona, fue la última vez que los presentadores vistieron riguroso luto negro
relacionado con un acontecimiento luctuoso.
Informativo 18A de 2017
Ahora, un año más tarde, con
motivo del primer aniversario de los atentados, la mayoría de las cadenas
apuesta por vestir a sus presentadores con una indumentaria muy sobria en la
que predomina el negro pero en esta ocasión combinada con otras de otro color, preferiblemente blanco. Escenificando
una suerte de “alivio de luto” en la emisión.
Las televisiones públicas surgen,
se desarrollan y desaparecen teniendo que asumir desde su origen el estigma, en
ocasiones ganado a pulso, de la manipulación informativa al servicio del
gobierno de turno, el derroche injustificado de dinero público en contenidos
mediocres, una programación preocupada en pelearle las audiencias a las cadenas
privadas, dejando a un lado su condición de servicio público. Un estigma que se
multiplica por céntuplo cuando esas televisiones públicas son autonómicas.
El espectador sintoniza un canal regional
buscando un perfil concreto de televisión basada en contenidos de servicio
público y proximidad, en los que sea prioritaria la información, pero sabiendo
establecer el equilibrio necesario con el entretenimiento. Subestimar esta
capacidad de elección en busca de contenidos concretos supone traicionar la confianza
del espectador, un error que se paga muy caro.
Cuando aparecieron los primeros canales autonómicos a principios de los 80 el espectro audiovisual era extremadamente limitado, sin
apenas competencia. En aquel momento se convirtieron en la herramienta ideal
para fomentar el arraigo, poner en valor las singularidades culturales de cada
territorio y servir de laboratorio para nuevos formatos y cantera de
presentadores.
(Inicio emisiones Telemadrid)
Durante estos 35 años de
televisión autonómica, los canales han vivido todo tipo de circunstancias. Las cadenas
históricas lograron unos primeros años de audiencias masivas motivadas por la
curiosidad de nuevas propuestas sin apenas competencia en un sector audiovisual
cuya única gran evolución había sido pasar del blanco y negro al color. A medida
que la oferta televisiva ha ido creciendo la audiencia se ha ido fragmentando
hasta atomizarse radicalmente con la llegada de las plataformas de televisión y
el consumo de contenidos online.
En la última década, las televisiones
autonómicas han tenido que reinventarse para superar el reto de acceder a una
audiencia objetiva mucho más reducida que la de las televisiones de ámbito
nacional. Esto unido a la crisis económica y a la falta de independencia
generada por gobiernos regionales que malversaron la razón de ser de estas
cadenas, convirtiéndolas en burdas herramientas propagandísticas, ha desembocado
en una situación crítica que ha dejado notables cadáveres, como el de Canal 9 (Oct.
1989 – Nov. 2013), a su paso.
(Fin emisiones Canal 9)
Buscando escapar de esta quema, desde
hace un año, Telemadrid ha emprendido una nueva etapa con el objetivo de
recuperar la confianza de los madrileños. El 20,6 % de Share que logró el canal
en 1998 (su máximo histórico) está muy lejos del 4,1 % de 2017 (fuente:
Balovento Comunicación).
Para recuperar la confianza de sus
espectadores, los cambios de la autonómica madrileña en estos últimos meses son
evidentes:
-El primero y fundamental, descartar
una programación que se había convertido en un loop de redifusiones de Madrileños
por el Mundo que se alternaba con películas de bajo coste e informativos bajo
la sospecha de la manipulación.
-Se han renovado las caras de la
cadena, especialmente en los espacios informativos, con profesionales muy reconocibles
por la audiencia, sin sesgo político y una más que respetable trayectoria.
Lourdes Maldonado, Silvia Itxaurrondo, Javier Gómez, Diego Losada, María Rey son
algunos de las incorporaciones que ponen cara al reto de recuperar la
credibilidad de los informativos de la cadena.
-La cuota de entretenimiento
combina nuevos formatos comoMadrid es Cifra, La cuenta por favor, conducido por el chef
Miguel Cobo, con otros programas como De todo Corazón o Aquí hay Madroño,
clones de Corazón Corazón (TVE) y Aquí Hay Tomate (Telecinco) respectivamente.
Una apuesta por formatos más que contrastados con los que se busca lograr el
mismo éxito de audiencia que los originales.
-Se han rediseñado formatos como
Madrid Directo, germen de los programas de reporteros que siembran las
parrillas de todo el país. Y se han recuperado presentadores ligados desde hace
años al canal como Inmaculada Galván, Emilio Pineda y Santi Acosta.
-Como colofón de este cambio, ha
cambiado la imagen de la cadena con nuevo logo y continuidad. Un elemento esencial
para marcar distancia con cualquier tiempo pasado.
En definitiva, una renovación en el fondo y en la forma con el fin último de recuperar el tiempo perdido.
Igual que La Faraona revolucionó
la copla en los años 50 bajo la máxima de “No canta ni baila pero no se la
pierdan” (perdón a los millennials, postmillennials y centennials por la
referencia viejuna) , hay una suerte de nuevos formatos que han llegado para romper
los códigos de radio y televisión convencionales. No son solo tele, no son solo
radio, ¿es el futuro de la tele y de la radio?
Las nuevas tecnologías, el uso de
redes sociales, la tv a través de internet y la evolución de las plataformas de
televisión, son algunos de los factores que han propiciado un evidente cambio
en los hábitos de consumo televisivo y que hayan surgido nuevos formatos que son
un híbrido de espacio radiofónico, programa de tele y vídeo de youtuber.
La Vida Moderna y Yu No Te PierdasNada, son dos claros ejemplos de estos nuevos formatos que buscan atrapar al
target más joven, en muchos casos nativos digitales que, desde hace años, han
mostrado su desafección con la radio y la televisión convencionales hasta
prácticamente desaparecer en los datos de audiencia.
Se trata de programas que
plantean nuevas normas del juego en cuanto a los contenidos, el desarrollo y
las formas de consumo. Partimos de la base de un programa de radio que se retransmite
o se graba con una realización básica de televisión, teniendo siempre presente
y adaptando los contenidos tanto para oyentes como para telespectadores. Tanto La
Vida Moderna como Yu No Te Pierdas Nada son conducidos por David Broncano (@davidbroncano) y
Dani Mateo (@DaniMateoAgain) respectivamente, dos rostros más que reconocibles de la televisión
convencional, lo que amplía el rango de audiencia potencial.
Algunas claves del éxito de estos
formatos son: el ritmo, lo más dinámico posible; el tono del discurso, extremadamente
distendido; la provocación y el humor irreverente como hilo conductor; y el
reducido número de cámaras que lo acercan estéticamente a las piezas que triunfan
en internet dentro del target más joven.
Son productos muy flexibles tanto
en sus contenidos como en las posibilidades de consumo. Se puede acceder a
ellos a través de la emisión lineal de radio, podcast, la página web del grupo
mediático al que pertenecen (donde se puede ver completo o segmentado) o sus
respectivos canales de Youtube (La Vida Moderna, Yu No Te Pierdas Nada).
Programas que se pueden ver/escuchar a la carta en el momento en el que el receptor
considere más oportuno.
Otra característica de este tipo
de producciones es que cuenta con un público muy fiel, que comparte expresiones,
bromas internas, guiños, un imaginario colectivo que ha llegado a convertirse
en una nación ficticia como Moderdonia bajo cuyo paraguas se protege una masa
de entregados y fieles seguidores que sufren y celebran la fundación,
disolución y refundación de Moderdonia a capricho de David Broncano , Quequé (@_Queque_) e
Ignatius Farray (@IgnatiusFarray), los directores de orquesta de La Vida Moderna.
Programas que se diseñan como si
se tratase de un software de código abierto en la que casi todo cabe, casi todo
puede pasar, y quizá este sea el gran secreto de su éxito para sorprender y
enganchar al target más inconformista de la audiencia.
En la década de los 90 se
popularizó el término telebasura, un paraguas bajo el cuál algunos buscaban incluir aquellos
programas de entretenimiento y, generalmente, relacionados con el mundo del
Corazón. Más allá de aplicar el término al programa que cada uno considere oportuno, es indiscutible que algunos de estos espacios cambiaron muchos de los cánones preestablecidos hasta entonces en el mundo de la televisión.
Hablamos de programas que se caracterizaban por una imagen rompedora, unos personajes
histriónicos, un ritmo trepidante y unos índices de audiencia contra los que
pocos podían competir. Aunque el común de los mortales admitiese no verlos.
La cadena que ha acaparado en
España el estigma de lo que se ha venido denominando telebasura ha sido Telecinco, con programas como Crónicas Marcianas, Aquí hay Tomate, Moros y Cristianos,
Salsa Rosa y Sálvame en todas sus versiones… Aunque la revolución vino en 1997
de la mano de Tómbola, un talk show de corazón cuyo germen se localiza en Canal
9, la televisión autonómica valenciana, y a cuyo carro no tardaron en subirse
Telemadrid,
Canal Sur (que lo emitió apenas durante cinco meses), entre otras.
De la esencia de aquel Tómbola
faltón, frívolo y caótico han bebido y beben infinidad de programas, muchos de
ellos aún en emisión. Pero más allá de los contenidos, Tómbola fue uno de esos programas que establecieron nuevos
códigos a la hora de hacer televisión. Elementos que podemos encontrar intactos
en programas como La Sexta Noche basado en la actualidad social, económica y política, es decir, con un target y
una temática en principio completamente ajena. Sin embargo, no es complicado
encontrar puntos en común entre estos dos espacios a los que separan dos décadas.
-Un ritmo extremadamente vivo,
que se mantiene desde el primer minuto hasta el último. Siguiendo la máxima de
que atrapar al espectador sin darle descanso, que continuamente pasen cosas:
exclusivas, últimas horas, salidas de tono, conductas disruptivas…
-Programas maratonianos, que
arrancan en el prime timehasta ocupar el late night, e incluso el
late late night. En ambos casos más de cinco horas de duración.
-Secciones que habitualmente se
desarrollan en el mismo espacio para no sacar al espectador del plató, como por
ejemplo el set de entrevistas. Una fórmula que sirve para dinamizar el ritmo
del programa.
-Plantear dos bandos marcadamente
enfrentados. Algo así como poner a un pelotón de fusilamiento frente a otro
pelotón de fusilamiento. Cuanto más enconado sea el enfrentamiento más
secundario es el discurso. Las interrupciones, el ruido y hablar por encima de
quien tiene la prevalece sobre el debate constructivo y argumentado.
-El insulto, incluso ser
expulsado o abandonar el plató pasa a formar parte del espectáculo.
-El argumentario sesgado y
partidista es directamente proporcional a la polémica de la réplica, lo que provoca
que se polaricen las filias y las fobias del espectador.
-Un presentador, Ximo Rovira en
el caso de Tómbola e Iñaki López en La Sexta Noche, que ejerce de jefe de pista
y domador de fieras.
Dos programas a los que, además
de veinte años, evidentemente les separan muchos otros aspectos, pero que al mismo
tiempo comparten elementos estructurales que forman parte de su adn televisivo
y permanecen inalterables con el paso del tiempo.
Que en verano los espectadores
prefieren las bicicletas a las teles es una máxima que se repite año tras año
por el imperativo de la lógica y el sentido común. El buen tiempo, las terrazas,
el ocio al aire libre, la playa, las fiestas del pueblo… son argumentos lo
suficiente sólidos como para que la televisión sea capaz de luchar contra
ellos.
En julio y agosto se ve una hora menos de TV al día que en enero
Los meses de julio y agosto son
los que registran los menores índices de consumo de todo el año, como refrendan
los datos de Barlovento Comunicación. El
pasado mes de julio la cifra no pasó de los 206 min./día por persona, once
menos que los de 2017. A la espera de los datos de este mes de agosto, ese mes
en 2017 se registraron 205 min./día y en 2016, 191 min./día. Nada que ver con
los meses de mayor consumo de televisión: en 2018, enero y febrero alcanzaron
261 min./día; y en 2017, enero 255 min./día y diciembre 256 min./día.
Los meses en los que hace más frío
se pasa más tiempo en casa y, por tanto, en los que se ve más la tele. El buen
tiempo nos saca de casa y los programadores no escapan a estas circunstancias. Por
eso, la programación de verano se convierte en un contendor en el que conviven
redifusiones de programas y series, películas de segundo o tercer pase pero con
tirón comercial, y el laboratorio de formatos que, en caso de funcionar, pueden
alargar su vida en la parrilla consolidándose entre la oferta de la cadena.
Contenidos veraniegos
Entre los contenidos veraniegos por
los que ha apostado TVE destacan Sabuesos, la serie protagonizada por Salva Reina y el perro Ramsés que se emite en el
prime time de los martes. Los miércoles la televisión pública ha apostado por
la segunda edición de Pura Magia , el
talent show que conduce el Mag Lari. Los jueves están para el documental
biográfico Lazos de Sangre,
y el debate posterior con los especiales de Amigas y Conocidas Lazos de Sangre.
Antena 3 en el periodo estival ha
apostado por reposiciones de El Hormiguero, un valor seguro en el entretenimiento de la cadena, y Cine en el prime time.
Telecinco ha apostado por Hechos Reales, el programa de sucesos que presenta
Jordi González, el talent de entretenimiento gastronómico Mi Madre Cocina MejorQue La Tuya con Santi Millán a la cabeza.
Otra característica que se repite
cada año en julio y agosto es la de mantener los grandes magacines matinales
cambiando a sus presentadores habituales, como hace Espejo Público ES! Verano (Antena 3) o El programa del Verano (Telecinco). De esta manera se mantiene la presencia en pantalla de un formato
que acostumbra a contar con numerosas secciones ligadas a la actualidad.
Continúa la fidelización de los espectadores y se introducen nuevos contenidos
relacionados con el verano que permiten no quemar el formato.
En definitiva, el verano es en
televisión el periodo perfecto para probar contenidos alternativos, ver sin
asumir demasiados riesgos cómo reacciona la audiencia a apuestas más
arriesgadas y ahorrar con una programación de bajo coste.
El logo de una cadena de televisión es lo más parecido a su
firma. El identificador que permite a los espectadores saber qué canal están
viendo. Se trata de un elemento que cambia sustancialmente en muy pocas
ocasiones y siempre ligado a cambios globales de imagen motivados por cambios
en la estructura empresarial o la necesidad de modernizar la imagen
corporativa.
También es habitual que sobre un logo base se hagan ligeras
modificaciones, por ejemplo en el color, para que los cambios no supongan una
ruptura radical con la imagen que los espectadores ya tienen interiorizada.
Aquí puedes ver cómo han cambiado a lo largo de la historia de la televisión en España.
TVE (1956 - actualidad)
La1 (1982 - actualidad)
La2 (1982 - actualidad)
ETB (1983 - actualidad)
TV3 (1984 - actualidad)
TVG (1985 - actualidad)
Canal Sur (1989 - actualidad)
Telemadrid (1989 - actualidad)
Canal Nou (1989 - 2013)
Antena3 (1990 - actualidad)
Tele5 (1990 - actualidad)
Canal+ (1990) Cuatro (2005)
Televisión Autonómica de Canarias (1999 - actualidad)